No, no hace falta que lo volváis a leer porque no hay ningún error en el título del post, es totalmente cierto, no tengo tiempo de no leer. Y es que no hago otra cosa.
Veréis, cuando me levanto a primera hora de la mañana ya estoy leyendo, es mi agenda, pero bueno, es lectura al fin y al cabo, no apartar la vista de un cuaderno con letras, frases y demás construcciones gramaticales. A continuación, ya sea mientras saco al chucho o mientras espero el bus que me lleva al curro, me pongo a leer el correo electrónico, los diarios y las redes sociales, porque sé que luego igual no voy a poder. Encima tengo la mala costumbre de leer un libro los 20 minutos de trayecto que hay desde mi casa hasta la universidad. Ritual que repito siempre en la vuelta a casa o en cualquier desplazamiento en autobus por la ciudad ya que mi vicio conlleva ir siempre acompañado de un libro, u otras lecturas como veréis más adelante.
Evidentemente, una vez en el trabajo, también leo: correos electrónicos, informes, expedientes, nuevas normativas, etc... Algo que me ocupa toda la mañana y que requiere de mi presencia delante del PC un 80% de mi tiempo. Además, cuando me estreso o me tocan un poco la moral decido hacer un Kit-Kat y me enfrasco en las noticias (y cotilleos, pa que engañarnos) a través de las redes sociales. Que menos, también aprovecho para contestar otros mails no relacionados con el trabajo pero sí con proyectos y estudios que estoy llevando a cabo. Porque esa es otra: llevo dos años y medio con una tesis doctoral.
Sí, mi gen suicida decidió activarse hace unos años y enfrascarse en la maravillosa aventura de escribir una tesis sobe márketing y comunicación audiovisual, algo en lo que trabajo prácticamente todos los días y muchos fines de semana, festivos incluídos. Investigar no es fácil y requiere de lectura todo el tiempo: al principio, cuando tienes que empaparte de conceptos y conocimientos básicos, durante la investigación con los resultados, y al final, releyendo una y otra vez lo que escribes. Eso sin olvidar nunca que tienes que estar al día y pendiente de cualquier novedad que salga sobre el tema. Para que os hagáis una idea, el año pasado (sí, los he contado) me leí alrededor de 250 artículos científicos y unos 37 libros (algunos no enteros, hay que ser prácticos e ir al grano de lo que te interesa), eso en un año. Llevo dos y medio.
No contento con ello, mi pasión por contar historias y hacéroslas llegar me ha conducido por el camino del guionista. Algo que parecía fácil (mierda) y que no lo es. Algunos guionistas se echarán las manos a la cabeza, pero mientras escribo un guión me gusta (manos a la cabeza en 3, 2,...) releerlo una y otra vez hasta que está terminado. Y si haces bien tu trabajo tienes que dejarlo enfriar un tiempo y volvértelo a leer una vez más. No será la última, ya que seguramente cuando trabajes con el dibujante también habrá que echarle un vistazo e incluso corregir alguna que otra cosa. Pero claro, sólo escribiendo no se aprende, también hay que documentarse (y mucho) sobre lo que uno quiere escribir y no tiene ni idea (que en mi caso es la enciclopedia entera) y para ello ¿qué hay que hacer? Leer.
Como no, están mis compañeros, blogueros, guionistas amateurs y demás. Os sigo cada día siempre que puedo (que, normalmente ,es la mayor parte del tiempo) y me encanta leer y comentar todo lo que escribís. Para ello tambíen hay que leer. Sobre todo si tienes un blog y escribes posts, tal y como me enseñó mi buen amigo Bram en uno de sus muchos (y estupendos) consejos, tienes que releer todo aquello que vas a publicar. Aunque creo que a veces no lo hago lo suficiente.
Aparte de mi trabajo y la tesis, en mi mundo (esto aún tengo que acabar de aclararlo con mi psicólogo) los días tienen 37 horas (acaba en 7 porque me da suerte) así que, ¿qué hago con las 13 horas restantes? Pues doy clases, y cuando no doy clases, aprendo. Es decir, que soy profesor y alumno de cursos en la universidad (que no asignaturas, bastante tuve con las de doctorado). No os voy a engañar, cuando uno aprende tiene que leer, ya sea las diapositivas del profe (lo que nos lleva, en ocasiones, a la conocida "muerte por powerpoint") o los textos que te pasa. ¿Porqué hago eso? Bueno, a veces por pasión y otras porque los funcionarios para ganarnos 4€ más al més (literalmente) tenemos que pasar por el aro en algunas cosas. Sin embargo disfruto más impartiendo clases, que gozo poder compartir conocimiento. Conocimiento que, por cierto, hay que preparar. Si, las clases se tienen que preparar y no es moco de pavo. Primero uno tiene que saber de lo que habla y procurar al alumno el máximo conocimiento posible para que lo pueda aplicar en su vida, en lo que sea, pero que sea de provecho. Y eso se hace leyendo, leyendo mucho sobre muchas cosas y sobre como preparar esas muchas cosas, y sobre como ofrecer al alumno esas muchas cosas, y sobre somo ejercitar la mente del alumno en esas cosas. Cosas, cosas, cosas.
Bueno, y en mi tiempo libre ¿qué hago? Pues escucho música. Parece inofensivo ¿verdad? Eso es si no te llamas Paco Hernández y te gusta leer las letras de las canciones. No os voy a mentir, lo hago para cantarlas. Ah, y gracias a todos aquellos que por un momento me habéis imaginado cantando como los chic@s de Glee, no es el caso, pero gracias. También me gustan las series de televisión, sí, las americanas, ya sabéis, esas que aquí llegan tarde (o no llegan nunca) y que para estar al día si no tienes un inglés de la hostia tienes que...en efecto, leer los subtítulos. Así que ea, las 11-12 de la noche y leyendo otra vez.
El caso es que después de todo eso y, después de aprovechar cada minuto en casa para leer un tebeo, siempre me gusta irme a la cama leyendo algo, ya sea un cómic, o un libro. No sé vosotros pero yo no me voy a dormir tranquilo si no sé qué está haciendo en esos momentos el protagonista de turno. Llamadme maruja si queréis.
Así pues, hay días que no pararía nunca de leer y otros en los que ver una sóla palabra más me puede ocasionar el más asqueroso y enérgico de los vómitos.
Llegados a este punto os preguntaréis a cuento de qué viene todo esto e incluso, si lo he hecho bien, os habré conseguido agobiar un poco. La respuesta es muy sencilla: siempre he tenido la convicción (llevada a la práctica con grandes resultados) de que cuando uno se siente agobiado, estresado y su cabeza parecen los mundos de Terry Pratchett tiene que coger un papel y hacer una lista de todo aquello que tiene pendiente, que tiene por acabar y que le da dolores de cabeza. Es como quitarse de encima unos 30 kilos de peso porque cuando lo ves escrito no parece tan terribe. Y, qué demonios, para eso tengo un blog ¿no?
Veréis, cuando me levanto a primera hora de la mañana ya estoy leyendo, es mi agenda, pero bueno, es lectura al fin y al cabo, no apartar la vista de un cuaderno con letras, frases y demás construcciones gramaticales. A continuación, ya sea mientras saco al chucho o mientras espero el bus que me lleva al curro, me pongo a leer el correo electrónico, los diarios y las redes sociales, porque sé que luego igual no voy a poder. Encima tengo la mala costumbre de leer un libro los 20 minutos de trayecto que hay desde mi casa hasta la universidad. Ritual que repito siempre en la vuelta a casa o en cualquier desplazamiento en autobus por la ciudad ya que mi vicio conlleva ir siempre acompañado de un libro, u otras lecturas como veréis más adelante.
Evidentemente, una vez en el trabajo, también leo: correos electrónicos, informes, expedientes, nuevas normativas, etc... Algo que me ocupa toda la mañana y que requiere de mi presencia delante del PC un 80% de mi tiempo. Además, cuando me estreso o me tocan un poco la moral decido hacer un Kit-Kat y me enfrasco en las noticias (y cotilleos, pa que engañarnos) a través de las redes sociales. Que menos, también aprovecho para contestar otros mails no relacionados con el trabajo pero sí con proyectos y estudios que estoy llevando a cabo. Porque esa es otra: llevo dos años y medio con una tesis doctoral.
Sí, mi gen suicida decidió activarse hace unos años y enfrascarse en la maravillosa aventura de escribir una tesis sobe márketing y comunicación audiovisual, algo en lo que trabajo prácticamente todos los días y muchos fines de semana, festivos incluídos. Investigar no es fácil y requiere de lectura todo el tiempo: al principio, cuando tienes que empaparte de conceptos y conocimientos básicos, durante la investigación con los resultados, y al final, releyendo una y otra vez lo que escribes. Eso sin olvidar nunca que tienes que estar al día y pendiente de cualquier novedad que salga sobre el tema. Para que os hagáis una idea, el año pasado (sí, los he contado) me leí alrededor de 250 artículos científicos y unos 37 libros (algunos no enteros, hay que ser prácticos e ir al grano de lo que te interesa), eso en un año. Llevo dos y medio.
No contento con ello, mi pasión por contar historias y hacéroslas llegar me ha conducido por el camino del guionista. Algo que parecía fácil (mierda) y que no lo es. Algunos guionistas se echarán las manos a la cabeza, pero mientras escribo un guión me gusta (manos a la cabeza en 3, 2,...) releerlo una y otra vez hasta que está terminado. Y si haces bien tu trabajo tienes que dejarlo enfriar un tiempo y volvértelo a leer una vez más. No será la última, ya que seguramente cuando trabajes con el dibujante también habrá que echarle un vistazo e incluso corregir alguna que otra cosa. Pero claro, sólo escribiendo no se aprende, también hay que documentarse (y mucho) sobre lo que uno quiere escribir y no tiene ni idea (que en mi caso es la enciclopedia entera) y para ello ¿qué hay que hacer? Leer.
Como no, están mis compañeros, blogueros, guionistas amateurs y demás. Os sigo cada día siempre que puedo (que, normalmente ,es la mayor parte del tiempo) y me encanta leer y comentar todo lo que escribís. Para ello tambíen hay que leer. Sobre todo si tienes un blog y escribes posts, tal y como me enseñó mi buen amigo Bram en uno de sus muchos (y estupendos) consejos, tienes que releer todo aquello que vas a publicar. Aunque creo que a veces no lo hago lo suficiente.
Aparte de mi trabajo y la tesis, en mi mundo (esto aún tengo que acabar de aclararlo con mi psicólogo) los días tienen 37 horas (acaba en 7 porque me da suerte) así que, ¿qué hago con las 13 horas restantes? Pues doy clases, y cuando no doy clases, aprendo. Es decir, que soy profesor y alumno de cursos en la universidad (que no asignaturas, bastante tuve con las de doctorado). No os voy a engañar, cuando uno aprende tiene que leer, ya sea las diapositivas del profe (lo que nos lleva, en ocasiones, a la conocida "muerte por powerpoint") o los textos que te pasa. ¿Porqué hago eso? Bueno, a veces por pasión y otras porque los funcionarios para ganarnos 4€ más al més (literalmente) tenemos que pasar por el aro en algunas cosas. Sin embargo disfruto más impartiendo clases, que gozo poder compartir conocimiento. Conocimiento que, por cierto, hay que preparar. Si, las clases se tienen que preparar y no es moco de pavo. Primero uno tiene que saber de lo que habla y procurar al alumno el máximo conocimiento posible para que lo pueda aplicar en su vida, en lo que sea, pero que sea de provecho. Y eso se hace leyendo, leyendo mucho sobre muchas cosas y sobre como preparar esas muchas cosas, y sobre como ofrecer al alumno esas muchas cosas, y sobre somo ejercitar la mente del alumno en esas cosas. Cosas, cosas, cosas.
Bueno, y en mi tiempo libre ¿qué hago? Pues escucho música. Parece inofensivo ¿verdad? Eso es si no te llamas Paco Hernández y te gusta leer las letras de las canciones. No os voy a mentir, lo hago para cantarlas. Ah, y gracias a todos aquellos que por un momento me habéis imaginado cantando como los chic@s de Glee, no es el caso, pero gracias. También me gustan las series de televisión, sí, las americanas, ya sabéis, esas que aquí llegan tarde (o no llegan nunca) y que para estar al día si no tienes un inglés de la hostia tienes que...en efecto, leer los subtítulos. Así que ea, las 11-12 de la noche y leyendo otra vez.
El caso es que después de todo eso y, después de aprovechar cada minuto en casa para leer un tebeo, siempre me gusta irme a la cama leyendo algo, ya sea un cómic, o un libro. No sé vosotros pero yo no me voy a dormir tranquilo si no sé qué está haciendo en esos momentos el protagonista de turno. Llamadme maruja si queréis.
Así pues, hay días que no pararía nunca de leer y otros en los que ver una sóla palabra más me puede ocasionar el más asqueroso y enérgico de los vómitos.
Llegados a este punto os preguntaréis a cuento de qué viene todo esto e incluso, si lo he hecho bien, os habré conseguido agobiar un poco. La respuesta es muy sencilla: siempre he tenido la convicción (llevada a la práctica con grandes resultados) de que cuando uno se siente agobiado, estresado y su cabeza parecen los mundos de Terry Pratchett tiene que coger un papel y hacer una lista de todo aquello que tiene pendiente, que tiene por acabar y que le da dolores de cabeza. Es como quitarse de encima unos 30 kilos de peso porque cuando lo ves escrito no parece tan terribe. Y, qué demonios, para eso tengo un blog ¿no?
3 comentarios:
Y sigue leyendo siempre todo lo que puedas, hasta lo más insignificante, fijándote bien en lo que lees y en cómo está construído (y todavía más si luego vas a escribir, que se aprende mucho), además la lectura activa la mente y previene contra el prematuro envejecimiento neuronal (apunte de futuro auxiliar de medicina :P)
Yo a ver si acabo mis cursos para poder leer (y escribir) lo que quiero y no lo que me obligan, que tengo unas ganas que pa' qué.
Y ánimo con esa tésis, aunque conociéndote la vas a dejar de lujo :D
Pues eso es vocación y todo lo demás son tonterias, que es lo que tiene convertir en vicio lo que te gusta, que al tener tanto a mano, ya no puedes parar, espero que no dejes de leer nunca ni tanto (bueno al menos lo de la tesis que lo acabes ya) y que los demas podamos seguir disfrutando de tus post, articulos y relatos por mucho tiempo! :)
Yo entre los ratos frente a la pantalla y luego los ratos sobre el papel, mi madre ya me dice que al final acabaré como Rompetechos.
Publicar un comentario