Hace pocos días tuve la suerte de que me regalasen El Invierno del Dibujante, y ya lo he leído dos veces. Si con Arrugas ya me quedé prendado de Paco Roca, ahora sí que me ha acabado de encandilar.
La comparación que voy a hacer ahora sólo la váis a comprender, por lo pronto, unos pocos pero el estilo narrativo de Paco Roca me recuerda mucho al de Haruki Murakami. Me explico: tanto uno como otro tienen una forma de expresarse que no necesita de grandes escenas ni grandes momentos sino que lo importante radica en las pequeñas cosas que suceden, en lo cotidiano, en situaciones tan simples como quedar a tomar un café pero que, como todo en la vida, pueden llegar a ser trascendentales y marcar un antes y un después.
En El Invierno del Dibujante Paco Roca nos narra simple y llanamente cual era la situación del tebeo español durante los años 50 y la de sus dibujantes. Cómo la editorial era el gran noble que se levantaba ante los plebeyos y no contentos con cobrarles los impuestos tenían además propiedad sobre sus tierras, sus casa y, en ocasiones, sobre sus personas. Un noble (llamémosle Editorial Bruguera) que tenía poder suficiente para aplastar cualquier sublevación del tipo que fuera, sobre todo en el caso de cinco dibujantes que decidieron revelarse contra una explotación brutal, más de derechos que física.
Esta novela gráfica es, como el resto de la obra de Roca, un alto exponente de la calidad expresiva y narrativa que puede llegar a tener un cómic haciendo uso de todos sus recursos: diálogo, dibujo, encuadres, pero sobre todo, el color. El color es un elemento importante en El Invierno del Dibujante ya que los hechos transcurren en el periodo de un año con importantes flashbacks que nos son anunciados a través de fechas, las cuales no serían ni necesarias gracias a como las diferentes épocas del año adquieren tonalidades diferentes. Eso si, y ahora viene lo mejor, no sólo por el color, sino por el ritmo de la historia y los personajes. El verano, lleno de movimiento, colores claros, y diálogos alegres y llenos de optimismo; por otro lado el invierno, con una narración más lenta, más "fría", donde la dura realidad golpea a los personajes y el calor humano no existe, sólo el del buen compañero.
Ahora bien, esta obra me ha provocado dos sensaciones: la primera es que creo que para narrar hechos tan veraces como los que nos ocupan no puedes ser cualquiera en el mundo del tebeo. Perdonadme si es una opinión algo atrevida pero puede que en manos de otro autor de "menor prestigio" igual le hubieran llovido algunas críticas al respecto. No sé si ha pasado o no, simplemente es una sensación que me provoca la lectura en sí y todo lo que llega a contar de manera directa y, sobre todo, indirecta. La segunda es que es un tipo de tebeo que no es fácil de regalar a cualquiera que no esté dentro del mundo del cómic, creo que está dirigida a profesionales y a lectores habituados al tebeo.
Sin embargo, y ya para terminar, también creo que nos enseña un par de cosas. Nos enseña que todos tenemos intereses y los justificamos a nuestra manera, que no todos somos tan malos (bueno, menos los señores Bruguera) porque si actuamos es en base a algo, y más sin son experiencias negativas del pasado. Pero también nos enseña a que hay gente que se dedica a su profesión por amor a la misma, que han tenido esa suerte y que a veces se debaten entre sus principios, las necesidades que los rodean o ese amor al arte y que, al final, la recompensa está en hacer lo que te gusta y más si es rodeado de amigos y familiares.
Eso sí, no quería terminar esta entrada sin alabar las palabras de Antonio Guiral al final del tebeo y las pequeñas referencias que hay al final del mismo sobre dibujantes y personajes de la época e implicados en la historia que nos cuenta Paco Roca.
Y ahora, si me disculpan, me voy a leer un rato "Memorías de un Hombre en Pijama"
La comparación que voy a hacer ahora sólo la váis a comprender, por lo pronto, unos pocos pero el estilo narrativo de Paco Roca me recuerda mucho al de Haruki Murakami. Me explico: tanto uno como otro tienen una forma de expresarse que no necesita de grandes escenas ni grandes momentos sino que lo importante radica en las pequeñas cosas que suceden, en lo cotidiano, en situaciones tan simples como quedar a tomar un café pero que, como todo en la vida, pueden llegar a ser trascendentales y marcar un antes y un después.
En El Invierno del Dibujante Paco Roca nos narra simple y llanamente cual era la situación del tebeo español durante los años 50 y la de sus dibujantes. Cómo la editorial era el gran noble que se levantaba ante los plebeyos y no contentos con cobrarles los impuestos tenían además propiedad sobre sus tierras, sus casa y, en ocasiones, sobre sus personas. Un noble (llamémosle Editorial Bruguera) que tenía poder suficiente para aplastar cualquier sublevación del tipo que fuera, sobre todo en el caso de cinco dibujantes que decidieron revelarse contra una explotación brutal, más de derechos que física.
Esta novela gráfica es, como el resto de la obra de Roca, un alto exponente de la calidad expresiva y narrativa que puede llegar a tener un cómic haciendo uso de todos sus recursos: diálogo, dibujo, encuadres, pero sobre todo, el color. El color es un elemento importante en El Invierno del Dibujante ya que los hechos transcurren en el periodo de un año con importantes flashbacks que nos son anunciados a través de fechas, las cuales no serían ni necesarias gracias a como las diferentes épocas del año adquieren tonalidades diferentes. Eso si, y ahora viene lo mejor, no sólo por el color, sino por el ritmo de la historia y los personajes. El verano, lleno de movimiento, colores claros, y diálogos alegres y llenos de optimismo; por otro lado el invierno, con una narración más lenta, más "fría", donde la dura realidad golpea a los personajes y el calor humano no existe, sólo el del buen compañero.
Ahora bien, esta obra me ha provocado dos sensaciones: la primera es que creo que para narrar hechos tan veraces como los que nos ocupan no puedes ser cualquiera en el mundo del tebeo. Perdonadme si es una opinión algo atrevida pero puede que en manos de otro autor de "menor prestigio" igual le hubieran llovido algunas críticas al respecto. No sé si ha pasado o no, simplemente es una sensación que me provoca la lectura en sí y todo lo que llega a contar de manera directa y, sobre todo, indirecta. La segunda es que es un tipo de tebeo que no es fácil de regalar a cualquiera que no esté dentro del mundo del cómic, creo que está dirigida a profesionales y a lectores habituados al tebeo.
Sin embargo, y ya para terminar, también creo que nos enseña un par de cosas. Nos enseña que todos tenemos intereses y los justificamos a nuestra manera, que no todos somos tan malos (bueno, menos los señores Bruguera) porque si actuamos es en base a algo, y más sin son experiencias negativas del pasado. Pero también nos enseña a que hay gente que se dedica a su profesión por amor a la misma, que han tenido esa suerte y que a veces se debaten entre sus principios, las necesidades que los rodean o ese amor al arte y que, al final, la recompensa está en hacer lo que te gusta y más si es rodeado de amigos y familiares.
Eso sí, no quería terminar esta entrada sin alabar las palabras de Antonio Guiral al final del tebeo y las pequeñas referencias que hay al final del mismo sobre dibujantes y personajes de la época e implicados en la historia que nos cuenta Paco Roca.
Y ahora, si me disculpan, me voy a leer un rato "Memorías de un Hombre en Pijama"
3 comentarios:
Pues con ganas me he quedado de leerlo y de comprarmelo mas de una vez, porque debe de ser una lectura muy muy interesante. Curiosamente, por cierto, el cambio de colores en las estaciones, se decía que habia sido muy criticado, cuando yo creo que es todo un cierto. Pero supongo que es criticar por criticar, y también, coincido contigo en que habría que meditar sobre ¿qué hubiera pasado si un actor más "desconocido" se hubiera atrevido con una historia así?.
Sin duda alguna en una pedazo de obra. La firma de Paco Roca aporta un nivel altísimo.
No he podido leer de momento todas sus obras, pero espero poder ir comprándolas porque este autor se lo merece.
El tema del cambio de colores hace que se recalque en como pasa el tiempo en la historieta, me parece un acierto.
PD: ánimo con Memorias de un hombre en Pijama que es muy buena también. Espero tu reseña, jeje.
¿Que voy a hacer sino coincidir? Y es que tanto esta obra como Arrugas son MAGNÍFICAS, aunque recomiendo también Las calles de arena (del mismo autor) que es brillante, brillante, brillante.
http://chacalx.blogspot.com/2011/05/miniresenas-ultrarapidas-edicion.html
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