Matt Smith y la carga de ser el undécimo Doctor (II)

Una vez comenzada la quinta temporada no tardaríamos en descubrir la grandeza de Matt Smith, un chico que no fue escogido al azar, sino más bien un actor bien preparado que superó el casting debido a rasgos físicos e interpretativos que le ayudaron a superar uno de los retos más importantes de la nueva etapa de Doctor Who: su edad. Parece mentira, pero había muchos colectivos (entre ellos críticos de televisión) con las armas cargadas a punto y preparadas para disparar contra el nuevo Doctor a la mínima de cambio. Es más, los fans estábamos afilando las garras en caso de que no estuviera a la altura, y casi lo deseábamos puesto que había mucha negación debido a la marcha de David Tennant. Y eso es algo que no debemos olvidar, que Tennant se marchó.

Ahora bien, allí estaba él, un joven de 26 años, prácticamente desconocido en la pequeña pantalla era el nuevo Doctor. Qué gran peso, qué gran responsabilidad y qué... gran actuación. No hubo quejas porque Matt Smith no permitió que las hubiera, había cuidado a su personaje al detalle y él y Moffat se habían adaptado el uno al otro al nuevo Doctor. Así pues podíamos quejarnos de la nueva Tardis (a nadie le importó), de la banda sonora (ni de lejos), de la acompañante (¿Quién se iba a quejar de Amy Pond, la chica que esperó?), etc... al final, lo único que podíamos decir era que no nos gustaba el color del nuevo destornillador sónico, pero sólo por joder y por decir algo. Todo el mundo tuvo que callarse la boca. Después del primer episodio todo estaba listo, el Doctor había vuelto y Matt Smith no le tenía miedo a nadie, ni a los Daleks.

Matt Smith crea un Doctor diferente partiendo de la ropa, y para empezar declara abiertamente que no le gustan las corbatas, otro guiño a Tennant. Seguidamente vemos que anda... de forma extraña. Es más, siempre une sus dedos para divagar, y sus divagaciones van de la palabrería más compleja y rápida a conclusiones de una o dos palabras que relame tranquilamente mientras se deleita con la conclusión y la emoción que le produce la aventura en la que se encuentra en ese momento. El Doctor de Matt es más seguro de sí mismo que nunca, sabe lo que quiere y lo que quiere es hacer uso de su poder para, no sólo enfrentarse al enemigo, sino destruirlo hasta que no quede nada. Hay un gran resentimiento en él, su antiguo yo murió "joven", con apenas tres años de edad, y cree que ha aprendido la lección. Eso le pasará factura.


Ahora bien, Steven Moffat preparó con tanto detalle el regreso del Doctor que, sin quererlo y con el tiempo, lo relegó a un segundo lugar. También puede que la intención fuera rodear al protagonista de tan buenos secundarios y tramas que la audiencia tuviera donde apoyarse más que en un único personaje. Y he ahí el fallo: le salió demasiado bien. Si os dáis cuenta tanto la edad de Smith como el elenco que lo rodea le jugaron una mala pasada al Doctor, y es que en ocasiones ha quedado relegado a ser "uno más en la serie", y eso no puede ser.

En primer lugar, es inevitable pensar en el Doctor como tal cuando viaja con Rory y con Amy, parecen una pandilla de amigos salidos del instituto más que otra cosa, siendo el Doctor el pagafantas. La diferencia de edad física es tan pequeña que si no es por la trama, o por la historia de amor entre Amy y Rory o por los "momentos oscuros" de Matt que cualquiera de los tres podría ser el protagonista y conducir la Tardis. Y ya no hablemos cuando aparece River Song, es entonces cuando absolutamente todos quedan eclipsados por dicho personaje y no hay nada que hacer al respecto. Así pues nos encontrábamos con que la única arma que tenía el Doctor a su disposición era su "rollo" con River y su...ego.


Continuará en la tercera y última parte de Matt Smith y la carga de ser el undécimo Doctor