Esta mañana, al salir de casa, me he topado con dos chavales paseando a un perro. Los dos iban mirando el móvil, sin hablar entre ellos. No sonreían, ni siquiera levantaban la mirada para ver qué hacía o dejaba de hacer el perro. Después, en la parada del bus, había dos señoras y una chica joven. Las tres estaban mirando sus móviles, fijamente, sin pestañear. He dicho buenos días y he creído escuchar un murmullo. Cuando ha llegado el bus he sido el primero en subir y he contado cuatro personas. Un anciano, dos estudiantes de instituto y una mujer de mediana edad. Estos tres últimos con la vista clavada en la pantalla de sus teléfonos móviles. Aunque hubo un tiempo en que me encontraba algún que otro pasajero leyendo un libro, esta vez y por un momento, me ha hecho gracia cuando he recordado uno de los capítulos de Black Mirror. Sin embargo, cuando me he girado de nuevo hacia el anciano, que era el único sin teléfono móvil, éste me ha mirado con el ceño fruncido y entonces me ha venido a la mente otra cosa, la invasión de los ultracuerpos. Me ha dado miedo. He sacado el libro que actualmente estoy leyendo, "Marvel, crónica de una época" de Rafael Marín, pero me ha sido difícil concentrarme durante todo el trayecto.
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