Si hay algo que me gusta de la Navidad es por la ilusión de los más pequeños, la emoción y la alegría con la que esperan y lo viven todo es increíble, a la vez que reconfortante. Hemos de procurar, siempre, que esa "magia" no se rompa hasta el último minuto, hasta que ell@s descubran lo que hay, ya sea por si mismos o "por accidente", o incluso en el Diario de Patricia.
El caso es que parte de la gracia de la Navidad reside en ello, al igual que parte de la magia de los comics reside en no preguntarnos ciertas cosas, dejar volar la imaginación y aceptar lo que el autor te ofrece como algo grande, fantástico, inexplicable e increíble. El problema es que, a medida que crecemos, nos hacemos demasiadas preguntas y, por si fuera poco, queremos respuestas lógicas coherentes y razonables. La magia del tebeo se pierde e incluso hemos comenzado a criticar cuando algo no se explica tal y como a nosotros nos gustaría.
Es importante recalcar que no me refiero a la historia así, en como tratan a los personajes o a lagunas en el guión sino en todo aquello fuera de lo que comunmente denominamos "real" y que, hace unos años, nos parecía de otro mundo. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el sábado pasado en una agradable charla con compañeros comiqueros como Gustavo, Dani y Yogur nos reíamos de como debía estar la ropa doblada que Superman lleva planchada y comprimida en su capa: que si estará toda arrugada, que si la tendrá que planchar a supervelocidad antes de ponérsela, etc... El caso es ese, que buscamos explicaciones científicas y razonables a según que hechos.
El problema es que nos hemos acostumbrado a ello. No sé a partir de en qué momento sucedió pero empezamos a fliparlo cuando los autores de comic de superhéroes comenzaron a dar ese tipo de explicaciones, igual que si del libro "La Ciencia de los Superhéroes" se tratase. Nos empezaron a encandilar con cosas como "Superman no puede coger a Lois a esa velocidad porque la parte", "si Flash corre tan rápido generará una fuerza que arrasará a su paso", "El escudo del Capitán América no puede rebotar de esa u otra manera", etc... ¿Recordáis cuando todo eso no importaba? ¿Recordáis cuando todo eso formaba parte de la magia del tebeo? ¿Cuando Átomo se encogía Y PUNTO, sin dar muchas más explicaciones científicas sobre la masa o sobre sus consecuencias¿ ¿Cuando Hulk podía sostener una montaña sin tener en cuenta los restos que podían desprenderse?
¿Acaso nos preguntamos porque los Pitufos son azules? DUDAMOS DE DEMASIADAS COSAS. Y eso le resta gracia al tebeo, y encima nos enfadamos con el autor cuando hace algo que nos parece "imposible"... ti@, estás leyendo un cómic de superhéroes, no dudes de si Superman puede viajar al pasado dándole vueltas a la tierra, intenta disfrutar de ello.
Hecho de menos las antiguas portadas de DC y Marvel, aquellas portadas de Curt Swan en las que se anunciaban cosas como "El hijo de Superman, la historia alternativa". "Daredevil trabaja en un Mcdonalds", quizá algo de fantasía de vez en cuando no nos vendría mal, y recuperar a ese lector que un día se enamoró de un personaje imaginario, de un superhéroe fantástico o de un ser con una cola larga y amarilla llena de topos que utiliza de muelle. Dejémos de preguntar tanto.
El caso es que parte de la gracia de la Navidad reside en ello, al igual que parte de la magia de los comics reside en no preguntarnos ciertas cosas, dejar volar la imaginación y aceptar lo que el autor te ofrece como algo grande, fantástico, inexplicable e increíble. El problema es que, a medida que crecemos, nos hacemos demasiadas preguntas y, por si fuera poco, queremos respuestas lógicas coherentes y razonables. La magia del tebeo se pierde e incluso hemos comenzado a criticar cuando algo no se explica tal y como a nosotros nos gustaría.
Es importante recalcar que no me refiero a la historia así, en como tratan a los personajes o a lagunas en el guión sino en todo aquello fuera de lo que comunmente denominamos "real" y que, hace unos años, nos parecía de otro mundo. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el sábado pasado en una agradable charla con compañeros comiqueros como Gustavo, Dani y Yogur nos reíamos de como debía estar la ropa doblada que Superman lleva planchada y comprimida en su capa: que si estará toda arrugada, que si la tendrá que planchar a supervelocidad antes de ponérsela, etc... El caso es ese, que buscamos explicaciones científicas y razonables a según que hechos.
El problema es que nos hemos acostumbrado a ello. No sé a partir de en qué momento sucedió pero empezamos a fliparlo cuando los autores de comic de superhéroes comenzaron a dar ese tipo de explicaciones, igual que si del libro "La Ciencia de los Superhéroes" se tratase. Nos empezaron a encandilar con cosas como "Superman no puede coger a Lois a esa velocidad porque la parte", "si Flash corre tan rápido generará una fuerza que arrasará a su paso", "El escudo del Capitán América no puede rebotar de esa u otra manera", etc... ¿Recordáis cuando todo eso no importaba? ¿Recordáis cuando todo eso formaba parte de la magia del tebeo? ¿Cuando Átomo se encogía Y PUNTO, sin dar muchas más explicaciones científicas sobre la masa o sobre sus consecuencias¿ ¿Cuando Hulk podía sostener una montaña sin tener en cuenta los restos que podían desprenderse?
¿Acaso nos preguntamos porque los Pitufos son azules? DUDAMOS DE DEMASIADAS COSAS. Y eso le resta gracia al tebeo, y encima nos enfadamos con el autor cuando hace algo que nos parece "imposible"... ti@, estás leyendo un cómic de superhéroes, no dudes de si Superman puede viajar al pasado dándole vueltas a la tierra, intenta disfrutar de ello.
Hecho de menos las antiguas portadas de DC y Marvel, aquellas portadas de Curt Swan en las que se anunciaban cosas como "El hijo de Superman, la historia alternativa". "Daredevil trabaja en un Mcdonalds", quizá algo de fantasía de vez en cuando no nos vendría mal, y recuperar a ese lector que un día se enamoró de un personaje imaginario, de un superhéroe fantástico o de un ser con una cola larga y amarilla llena de topos que utiliza de muelle. Dejémos de preguntar tanto.
7 comentarios:
No creo que sea necesariamente una cuestión de edad y buscarle explicación a todo. Creo que en mucha medida depende de los autores implicados: si un guión y la plasmación visual del mismo te atraen lo suficiente como para sumergirte fácilmente en el mundo fantástico que te proponen, no necesitas más explicaciones que las que te dan porque la historia te ha atrapado por completo y ha dejado un poso altamente satisfactorio.
Cuando el cómic se queda a medio gas y se convierte en un 'quiero y no puedo' es cuando hay quejas y preguntas porque no han sabido venderte suficientemente bien la moto y empiezas a ver los fallos de las costuras. Y es que como dicen muchos buenos escritores: 'el demonio está en los detalles' ;)
Por cierto, lo pasé en grande de friki charla y me despejé un poco, que buena falta me hacía ^__^
Yogur-ahhhh me alegro mogollón!! Tendré que ir más por allí para que te distraigas! :)
Yo encantado de que vengas todo lo que puedas ;P (que lo de ir yo p'allá con la que tengo liada a partir de Enero va ser complicao)
Un abrazo!
Y el traje de Flash metido en ese anillo... Todo arrugao, fijo. Pero a la velocidad que corre, con la fricción se plancha solo :)
Más charlas frikis, más!!
Eso me recuerda a una conversacion que oi en la tele sobre como lavaba la ropa Superman, llegando al extremo de que si se fuera a la Ciudad embotellada de Kandor, juega un partido de kriptopadel sudando mucho y no tiene tiempo de lavarla, al volver a la Tierra su sudor lo mataria (Big Bang) xDDDDDDDD
Fale. Yo no tengo más remedio que dudar continuamente de toooodo lo que ponen. Así me apaño alguna entradita que otra.
Como ésta misma (http://cosasdenacho.siguealconejoblanco.com/2011/12/el-kiosco-23/) en la que, de paso, coloco enlace a ésta gran entrada tuya.
Saludos!
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