Yo también era un chico que coleccionaba tebeos (III y última parte)

La última vez os hablaba de cómo había descubierto lo que era el manga a través de Dragon Ball y como había comenzado a comprar series a diestro y siniestro dejando de lado, cada vez más, los tebeos de superhéroes. Y, en ese punto, a mediados de los noventa, aún compraba los tebeos en kioskos y papelerías porque en Lleida no teníamos tienda de tebeos.

A todo esto, yo estudiaba en el instituto y en cada fiesta o vacaciones que tenía debía trabajar con mi padre. Teníamos un puesto en el mercado, de los de Todo a 100 (¿recordáis?) y entonces los famosos chinos aún no habían llegado, con lo que no abundaban las naves industriales al por mayor y teníamos que ir a comprar "género" a Martorell. En una de esas llegamos y lo que ví me dejó sin habla. No podía ser, aquello no podía ser cierto, no podía estar pasando. Acababa de llegar un camión de transporte con material nuevo para poder vender en el mercadillo a 100 ptas.: eran palets y palets ¡DE TEBEOS! No había de todo, pero sí lo suficientemente interesante como para dejarme allí atontado durante horas: Star Wars, Masters del Universo, Green Lantern, Vigilante, Daredevil y algún Spiderman. Había más, no los recuerdo, sólo sé que si no los cogí era porque serían malos de narices. Y ahora viene lo mejor, el precio, vendían al por mayor con lo que cada retapado que costaba 275 ptas. ¡a nosotros nos salía por 75 ptas! Me hubiera llevado palets enteros si no fuera por que era un pastón y, además, no podías comprarlos sueltos, debías comprar paquetes enteros que venían con comics mezclados. Tal y como os había dicho anteriormente, yo sacaba muy buenas notas con lo que mi padre (ya que, además, trabajaba con él) me permitía algún capricho de vez en cuando, y ese me lo permitió. De modo que compramos unos cuantos paquetes y, los que yo no quería, se los quedaba él para vender en el mercado. ¿Se vendieron? Vaya si se vendieron. Imaginad, retapados de 275 ptas a 100 ptas!


Ir a Martorell se convirtió, durante un tiempo, en el paraíso. Siempre que podía acompañaba a mi padre expresamente para ver si habían llegado nuevos tebeos, pero siempre eran los mismos y rara vez llegaba alguno nuevo. Aquello sólo duró un verano, después dejaron de traer. Es por eso que, desde entonces, siempre tengo la costumbre de ver si hay tebeos en este tipo de comercios. Nunca se sabe. El tiempo fue pasando y en mis escasos (dos a Barcelona y uno a Madrid) viajes descubrí de verdad lo que era una tienda de tebeos de verdad. Lo flipé tanto que me maldije por no haber ahorrado y haber arrasado allí mismo.

Acabé el instituto, enamorado del manga y desengañado con el comic de superhéroes de los 90. Leía muy poca novela gráfica y sólo si me la dejaban o regalaban. Hasta que, un día, ¡abrieron una tienda de comics! Se llamaba "El ratolí" (el ratoncito) y más que una tienda de comics era una tienda de merchandising, traían sólo manga y el justo y necesario. No cabe decir que no duró ni un año, y gracias. La siguiente, no recuerdo el nombre, pero estaba muy bien situada, tenía como 100 m2 y traia más merchandising y algo de comic americano. Duró algo más pero, si no recuerdo mal, se endeudaron hasta las cejas. 

Y llegó 1999, y alguien que no recuerdo, en la universidad, me dijo: "han abierto otra tienda de comics en Lleida" y lo primero que respondí "a ver cuanto dura". Un poco astiado por las experiencias anteriores me pasó por la nueva tienda, llamada Lleida Comics y cuando la ví...FLIPÉ. Había de todo ¡de todo! Todos los mangas publicados y las novedades, comics de superhéroes y novela gráfica española, europea y cosas que ni sabía que existían. Encima, por si fuera poco, aquella librera (Esther) sabía lo que hacía y sabía de lo que hablaba. No cabe decir que mis visitas a la tienda de comics se convirtieron en...diarias (la misma Esther os lo puede asegurar) pasaba de lunes a sábado, y los domingos no porque cerraba. Había muchas estanterías por ver y muchos comics nuevos por descubrir, así como los superhéroes que parecía que volvían al redil y me gustaba lo que se estaba haciendo, aunque los precios no tenían nada que ver con antaño.

Desde entonces, gracias a Esther y la ahora Norma Comics Lleida lo tengo más fácil, tengo un punto de encuentro donde puedo charlar con los libreros y comentar novedades e historias del "mundillo". Además, ahora puedo ir a salones, convenciones y visitar librerías de otras ciudades que tienen material que no puedo encontrar en mi punto habitual. Pese a todo, no se ha perdido ese punto, esa emoción, ese momento en que tienes las novedades en tu mano y las puedes ojear, esa incertidumbre al no saber qué vamos a encontrar o que sorpresas nos deparan otras librerías o incluso mercados.

Y así, señoras y señores, es como el menda coleccionaba tebeos.

1 comentarios:

Vladek dijo...

Creo que todos pasamos por el kiosko al manga y luego a una tienda especializada.

Es que me da que el 99% tuvimos experiencias muy similares yo cuando descubri la libreria especializada llena de comics en cajas hasta el techo flipe.

 


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