Veréis, mi problema es que no me asusto facilmente y en cuanto a terror he visto y leído todo lo habido y por haber, con lo cual os puedo asegurar que Las Brujas de Westwood de El Torres ha sido, una vez más, una grata sorpresa.
El Torres nos presenta, en esta ocasión, a Jack Kurtzberg (me quedé con las ganas de preguntarle si era un homenaje, supongo que sí), un famoso escritor que, a raíz de la muerte de su hermano y su bloqueo creativo decido regresar al pueblo que lo vió nacer: Westwood. Sin embargo, aunque todo parece seguir en su sitio, todo ha cambiado, el pueblo ha cambiado, las personas han cambiado, sus mujeres han cambiado... y se han convertido en unas terribles y sanguinolentas brujas que dominan no sólo la ciudad sino a todos sus habitantes. Ahora bien, lo que para ellas iba a ser un simple "juego" con su recién llegado vecino se coniverte de pronto en... una pesadilla.
Para empezar, las brujas están de moda y un escritor como El Torres no podía dejar escapar dicha oportunidad, algo que ha sabido aprovechar y, además, engrandecer. De hecho, cuando una persona se dedica a un género en concreto es difícil no caer en clichés, repeticiones o "trucos de profesión" y, que queréis que os diga, NO es el caso del guionista de Las Brujas de Westwood. Algo de lo que todos los que intentamos dedicarnos a esta profesión deberíamos aprender.
Ahora bien, si algo necesita un tebeo de terror es una base gráfica importante, y más que una base, los lápices de Abel García y Ángel Hernández van de la mano con el guión. Abel tuvo que adaptar su estilo en tambores y ahora, por fin, ha podido desatarse como sólo él sabe y como todos queríamos ver. Su lápiz y su línea manchada son ideales para una historia de este tipo. Lápices que Ángel Hernández toma como relevo y, no sólo se adapta a Abel sino que además aporta su estilo personal que, todavía más, ayuda la historia. Los juegos de sombras son algo muy importante en estos casos y Hernández lo domina a la perfección. ¡Quiero ver más de estos dos! Y aquí no acaba la cosa, ya que Conrado Martín me recuerda que Esther Sanz hace un magnífico trabajo con el color en las páginas de Ángel sin que el tebeo pierda unidad.
Parece que me deshago en halagos, pero ¿sabéis cuando esperáis algo con ganas y luego no os defrauda? Pues eso, uno no puede estar más orgulloso de ver en nuestro país un producto publicado internacionalmente y cuyo elenco está formado por cuatro autores españoles a los que, no solo respeto sino que admiro y que, además, podemos leer a un precio, en mi opinión, cojonudo.